Buscando lo perdido

20/11/09
El callejón era oscuro, lúgrube. Ningún establecimiento fiable podría tener su sede en semejante lugar, pero varias personas le habían hablado del buen hacer del Sr. Malowy. Además, no había otra persona en toda la ciudad que le fuera a ayudar por ese precio.
Con titubeantes pasos, llegó a la puerta. En un viejo y sucio cartel se podía leer un escueto Sr. Malowy - Detective. Cuando se disponía a llamar, escuchó unos pasos detrás de él, y una voz que le decía:

- Usted debe ser el Sr. Lortan. Veo que es puntual, se lo agradezco. Pase, por favor. - añadió mientras abría la puerta y entraba en el pequeño despacho.

Su voz era neutra, ni demasiado grave ni demasiado aguda. Su tono no era brusco ni amable. Era educado pero sin falsos alardes. El despacho era pequeño, hacía años que no lo habían pintado y apenas tenía una mesa, la silla del Sr. Malowy y otra silla para sus clientes. La ventana era lo único que habitaba en las paredes. No había cuadros, no había plantas, en la mesa no había un sólo papel. Aquella habitación parecía querer esquivar cualquier indicio de humanidad. Aun así, resultaba agradable estar allí dentro.
Lortan se sentó en la silla con evidente timidez, y cuando alzó la vista encontró la penetrante mirada de Malowy observándolo. El aspecto de Malowy no era especial, debería tener alrededor de 50 años calculó Lortan, pero sus ojos marrones parecían haber vivido varias vidas mortales.

- Dígame Lortan, ¿en qué puedo ayudarle?

Había algo en la escueta forma de expresarse de aquel hombre, que transmitía que en verdad tenía el deseo de ayudar. No sonaba a mero formalismo.

- Verá, Sr. Malowy, tengo un gran problema. He perdido algo muy valioso, y me han dicho que usted es la única persona que puede ayudarme a encontrarlo.

- Gracias, me alegra saber que tiene buenas referencias mías. ¿Qué ha perdido?

- No encuentro mi imaginación. No sé dónde está, no la encuentro. Necesito encontrarla. - El dolor se mostraba en el contraído rostro de Lortan.

- No se apure. Veamos que se puede hacer. Necesitaré algunos datos para empezar la búsqueda. Por favor, reláteme como es un día cualquiera de su vida.

Lortan no comprendía la relación de la pregunta con su problema, esperaba otro tipo de preguntas. Pero aquel hombre y su forma de hablar transmitía seguridad en sí mismo, de modo que decidió confiar aunque no comprendiera.

- Pues... me levantó temprano, a 6:30 de la mañana. Me tomo un café en el bar de la esquina y voy a trabajar. Trabajo en una fábrica, en una cadena de montaje. Cuando termino, me voy a casa y me ducho. Luego veo la televisión, o me reúno con algunos amigos a tomar una cerveza y hablar de fútbol. Ceno, veo alguna serie o película en la televisión y me acuesto pronto.

- Entiendo. Parece ser que en su vida cotidiana no necesita utilizar la imaginación. Si no es indiscreción, dígame, ¿para qué la necesita entonces?

El rostro de Lortan connotaba angustia, las palabras tardaron un breve instante en fluir.

- Siento un gran hastío. Nada de lo que hago me reporta una satisfacción real. Tengo 42 años, una familia, una estabilidad, pero... nada me reconforta. Hace unas semanas, recordé una época de mi vida en la que de vez en cuando pintaba cuadros. Nunca fui muy talentoso, pero mientras pintaba me sentía verdaderamente bien. Así que pensé que si volviera a hacerlo, a disfrutar de esa sensación, me sentiría mucho mejor. Pero no soy capaz de pintar ni dibujar nada, no se me ocurre nada. ¡Mi imaginación se ha ido! ¡Encuéntrela, por favor!

- Amigo, me temo que no puedo ayudarle tal como usted desea.

- ¡Eso no es posible! Usted lo encuentra todo...

- No puedo encontrar algo que no se ha perdido. Usted lleva veinte años sin usar la imaginación, sin alimentarla. Todo en este mundo necesita ser alimentado, y si no se alimenta muere. Usted ha matado a su imaginación.

- ¡Oh no! Es verdad. ¿Y qué puedo hacer ahora? - Exclamó Lortan entre sollozos.

- Por suerte, la imaginación nunca muere del todo. Pero mírese, está tan acostumbrado a que le digan lo que tiene que hacer, pensar y soñar, que se encomienda a mi para que resuelva sus propios problemas. Sólo usted puede encontrar de nuevo a su imaginación, pero deberá tener inciativa, paciencia y constancia. Nadie puede ayudarle y, de hecho, nadie le va ayudar. Si consigue recuperar al niño que un día fue, su imaginación volverá de su mano. No tengo nada más que decirle.

Lortan salió de aquel extraño lugar visiblemente transtornado. En ningún supuesto pensó que la conversación iba a ser de ese modo.
- Que no resuelvo mis propios problemas, qué sabrá él. ¡Soy un adulto, no puedo comportarme como un niño!
 Mientras caminaba cabizbajo sin rumbo por las vacías calles, vió junto a un bordillo un trozo de vidrio. Se agachó para recogerlo instintivamente, era el fondo de una botella rota. Al levantarlo para mirarlo más de cerca, junto a la farola, se percató que la luz formaba extraños dibujos y colores en la pared tras atravesar el vidrio. De pronto, recordó que de niño solía jugar con las luces, los vidrios, las sombras... Y tras pasar unos cinco minutos experimentando con las luces de la ciudad y aquel vidrio, comprendió el significado de las palabras de Malowy. Ya sabía dónde y cómo había perdido su imaginación, y ya sabía dónde buscarla.

1 comentarios:

  • Maybellene

    :__)

    Porque las cosas aunque las olvidemos momenténeamente (lo que puede ser durante años), no mueren del todo. Permanecen en estado de stand by hasta que algo o alguien nos vuelve a despertar de la letanía. Y hay gente, que olvida una música que le hacía vibrar y soñar, y de repente, un día, van por una carretera con una pedorra que le pone a la fuerza los cds qu eestaban en esa carpeta cerebral olvidada, y todo el tiempo se vuelve mera relatividad =) o pedorras que tenían olvidado la ilusión y la sonrisa, y viene un pedorro con ínfulas de ex heavy que le recuerda que la vida es eso que se vive día a día, y que depende de nosotros.

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